Daniela

Daniela

El pedacito de hígado que le donó su papá le permite a Daniela seguir bailando, vivir con alegría y disfrutar de cada día. Va al gimnasio para mantenerse en forma, pinta en sus ratos libres y mantiene el contacto con sus amigos en Facebook. Su vida hoy es activa y plena, pero hace ocho años, su realidad era muy distinta: le habían dado solo tres meses de vida.

Héctor José Williams Pérez, su padre, tiene 52 años y trabaja como electricista en el ferrocarril de los Valles del Tuy. Cuando supo que podía ser el donante de su hija, no lo dudó: “Lo primero que sentí fue una gran emoción cuando me dijeron que yo iba a ser el donante de mi hija. Al principio uno siente un poco de miedo, pero por un hijo uno hace cualquier cosa”. Gracias a su decisión y al equipo médico de Fundahígado, ambos han evolucionado muy bien.

Hoy, Daniela es un ejemplo de esperanza y fortaleza. Su historia demuestra que el amor de un padre, unido al compromiso de los profesionales de la salud, puede cambiar destinos. Ella sigue bailando, viviendo y soñando, gracias a un acto de amor que le salvó la vida.

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