La esteatohepatitis no alcohólica hace referencia a la retención de grasa en el hígado, acompañada de daño en las células hepáticas e inflamación, que sucede en aquellas personas que consumen poco o nada de alcohol.
Esto puede repercutir en el surgimiento de cicatrices en el hígado, lo cual se conoce como fibrosis. Luego se puede presentar cirrosis (cicatrización en el hígado que afecta las funciones del órgano producto de la deformación en su estructura). También la esteatohepatitis no alcohólica podría causar cáncer de hígado.
Quienes tienen el colesterol en sangre muy alto, presión arterial elevada e intolerancia a la glucosa poseen mayor riesgo de desarrollar la esteatohepatitis no alcohólica. Igualmente los individuos con síndrome metabólico, obesidad y diabetes tipo 2.
Estadísticamente entre el 3 y 12% de los adultos estadounidenses padecen esteatohepatitis no alcohólica. Se trata de una enfermedad que por lo general es asintomática; de presentarse síntomas, suelen ser malestar general, cansancio y molestia abdominal en la parte superior derecha.
Cabe mencionar que la esteatohepatitis no alcohólica es un tipo de la enfermedad de hígado graso no alcohólico.
El papel de la dieta para la hepatitis
Una alimentación sana y balanceada puede ayudar a prevenir la esteatohepatitis no alcohólica. Incluso los doctores suelen aconsejarle a las personas que padecen esta enfermedad llevar una alimentación saludable, especialmente si se tiene sobrepeso.
Toma nota de las recomendaciones que suelen dar los especialistas:
- Limitar el tamaño de las porciones de las comidas y meriendas.
- Consumir la cantidad adecuada de grasas.
- Preferir las grasas aportadas de alimentos como el aceite de oliva, frutos secos y el salmón.
- Evitar las frituras, margarinas, manteca de cerdo, aceites vegetales y productos comerciales como golosinas, galletas.
- Optar por los alimentos con un índice glucémico bajo, pues afectan de menor manera la glucosa en sangre. Por ejemplo: granos enteros, verduras y frutas.
- Evitar alimentos y bebidas con cantidades elevadas de azúcar simple, como refrescos, jugos y bebidas deportivas.
- Limitar el consumo de alcohol.
Aunado a una alimentación adecuada, es oportuno realizar actividad física, evitar el sedentarismo, mantenerse activo y practicar algún deporte.
Diagnóstico
Para detectar la enfermedad es importante acudir al médico, quien le realizará preguntas para saber el historial clínico de la persona. Durante el examen físico, se mide el peso y estatura, a la vez se determina si ha ocurrido un incremento en el hígado. También buscará signos de resistencia a la insulina y cirrosis.
Luego es probable que le pida al paciente realizarse exámenes de sangre, imágenes diagnósticas (ecografía, tomografía computarizada y resonancia magnética nuclear), incluso una biopsia (extracción de una muestra del tejido hepático) para cerciorar el diagnóstico.
Tratamiento
El tratamiento de la esteatohepatitis no alcohólica consiste en la determinación de las posibles causas que la originó y tomar medidas para disminuirlas. En la actualidad no existen medicamentos para tratar esta enfermedad directamente.
Como mencionamos, tener un estilo de vida saludable, con una alimentación sana y variada, realizando ejercicio, puede disminuir el riesgo de padecer la enfermedad o ayudar a tratar la causa que la ocasionó.
El tratamiento puede incluir suspender la ingesta de ciertos fármacos y medidas para tratar la hiperglucemia. De presentar obesidad, disminuir paulatinamente el peso, en este sentido es oportuno acudir a un nutricionista para que le diseñe un plan nutricional al paciente adaptado a sus requerimientos.
Se ha determinado en algunos estudios que el uso de ciertos medicamentos (recetados para diabetes tipo 2) pueden mejorar la esteatohepatitis no alcohólica en los pacientes no diabéticos.
En caso de desarrollar cirrosis, sí existen medicamentos para ello y otros procedimientos como cirugía. Cabe mencionar que la cirrosis puede repercutir en insuficiencia hepática, razón por la cual se puede ameritar un trasplante de hígado.
Igualmente es importante que el paciente cuente con el apoyo de amigos y familiares; incluso podría asistir a un acompañamiento psicológico para poder afrontar la enfermedad.