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Cirrosis: La Gravedad del Hígado Enfermo

Cirrosis: La Gravedad del Hígado Enfermo
Las enfermedades hepáticas, como la cirrosis, son aquellas asociadas al hígado, las cuales perjudican de alguna manera su normal funcionamiento. Pueden ser diversas las causas que conducen a deteriorar la salud del hígado, como por ejemplo los virus, la obesidad, factores hereditarios, consumo en exceso de alcohol, uso de ciertos medicamentos, entre otros. Si deseas seguir conociendo sobre la gravedad del hígado enfermo, ¡te invitamos a continuar leyendo!

¿Qué es el hígado?

El hígado se constituye en uno de los órganos vitales de los seres humanos y de los demás animales vertebrados. En las personas está situado en la porción superior derecha del abdomen y debajo del diafragma, tiene forma triangular, un peso promedio en los adultos de 1,4 a 1,5 kilogramos, de color marrón rojizo oscuro, presenta una superficie lisa y consistencia blanda.

Entre las principales funciones del hígado, se pueden mencionar:

  1. Produce la bilis necesaria para descomponer las grasas durante el proceso de digestión. Igualmente procesa los demás alimentos hasta convertirlos en nutrientes del organismo.
  2. Almacenar las vitaminas, hierro, minerales y cadenas ramificadas de glucosa llamadas glucógeno esenciales para que el organismo funcione correctamente.
  3. Desintoxicar nuestro organismo mediante la descomposición de sustancias químicas perjudiciales a la salud como el amoniaco al transformarlo en urea.
  4. Ayuda a combatir infecciones y neutralizar toxinas.

Entre las consecuencias que puede presentar un paciente al padecer algún tipo de enfermedad del hígado tenemos a la cirrosis. En este sentido, te preguntarás cómo es la cirrosis hepática.

¿Qué es la cirrosis?

La cirrosis por lo general, se presenta en pacientes con una enfermedad del hígado crónica o prolongada. Se caracteriza porque el hígado presenta un cúmulo de cicatrices, producto de las lesiones que van causando la enfermedad y que impiden que el órgano pueda desarrollar sus funciones de forma óptima, como sí lo haría cuando el tejido hepático está completamente sano.

Al producirse algún tipo de lesión en el hígado de una persona, ya sea por factores externos (por ejemplo: el consumo excesivo de alcohol) o internos (como una enfermedad), el propio órgano intentará autorrepararse, generando durante este proceso una cicatrización. Mientras se prolongue la cirrosis sin que el hígado logre sanearse, aumentará la cicatrización en el tejido hepático, ocasionado que realice sus funciones con dificultad.

Se debe tener en cuenta que un paciente diagnosticado con cirrosis hepática de forma temprana y tratada según las recomendaciones médicas, puede detener el avance en el deterioro de su salud. Por otro lado, revertir los daños causados por la cirrosis hepática, rara vez logran obtenerse. A todas estas podemos preguntarnos ¿por qué da la cirrosis hepática? o ¿por qué tengo cirrosis hepática? 

Causas de la cirrosis

Las principales causas que acarrean desarrollar la enfermedad de cirrosis hepática tenemos:

  • Consumo excesivo o durante mucho tiempo del alcohol. 
  • Pacientes infectados de hepatitis viral B,C o D.
  • Enfermedad del hígado graso (EHGNA), causada por la acumulación de grasa en el hígado y que no es producto del consumo crónico de alcohol.
  • Hemocromatosis o acumulación excesiva de hierro en el cuerpo.
  • Enfermedad de Wilson, caracterizada por la acumulación del mineral de cobre en el organismo.
  • Padecimiento del paciente de atresia biliar, producto de las vías biliares mal formadas.
  • Enfermedad de hepatitis autoinmune, caracterizada porque el sistema inmune del organismo confunde las células sanas del hígado atacándolas y dañándolas.
  • Padecimiento del paciente de galactosemia o glucogénesis, que consiste en padecer de trastornos hereditarios del metabolismo del azúcar.
  • Enfermedades de tipo hepático que son transmitidas de una generación a otra.
  • Utilización o consumo de ciertos medicamentos sin control médico.
  • Sobrepeso: esto incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades como la esteatohepatitis no alcohólica, que puede ocasionar cirrosis.

Síntomas causados por la cirrosis hepática

Se debe tener en cuenta que la cirrosis hepática en forma general no manifiesta ningún tipo de sintomatología en el paciente, hasta que los daños producidos en el tejido hepático son considerables y crónicos, en cuyo caso los síntomas más frecuentes pueden ser:

  • Cansancio o fatiga del paciente sin haber realizado ninguna actividad que la justifique.
  • Surgimiento con facilidad de hematomas en el paciente y hemorragias nasales.
  • Manifestación de edemas o hinchazones de los tejidos blandos por acumulación de líquido en especial del abdomen, piernas, pies y tobillos del paciente.
  • Náuseas frecuentes.
  • Pérdida de peso no justificada.
  • Insuficiencia renal.
  • Ictericia o color amarillento en la piel y ojos. 
  • Encefalopatía hepática por la incapacidad del hígado de eliminar las toxinas presentes en el torrente sanguíneo del paciente. 
  • Atrofia testicular en pacientes masculinos.
  • En ciertos pacientes, la cirrosis hepática puede desarrollar cáncer de hígado. 
Si sospechas que podrías tener una enfermedad hepática, como cirrosis, acude al médico.

¿Cómo prevenir la cirrosis hepática?

Para reducir el riesgo de padecer cirrosis hepática, te recomendamos tener en cuenta las siguientes recomendaciones que permitan cuidar tu hígado:

  1. No exceder el consumo de bebidas alcohólicas. Si fuiste diagnosticado con algún tipo de enfermedad hepática, evita el consumo de alcohol.
  1. Tener una alimentación balanceada y sana que incluya el consumo de vegetales, frutas, verduras, granos integrales y proteínas magras o bajas en grasas. Limita las frituras.
Tener un estilo de vida saludable contribuye en la prevención de la cirrosis.
  1. Mantener un peso controlado acorde con tu constitución física. Consulta con los especialistas sobre tu peso ideal, así como un plan para perder peso si tienes sobrepeso.
  1. Reducir los riesgos de contraer enfermedades relacionadas a los tipos de hepatitis viral A,B,C y D. Para  ello:
  • Evita el contacto con sangre y demás fluidos corporales de pacientes de hepatitis  B y D.
  • Pregúntale a tu médico tratante sobre las vacunas disponibles para la hepatitis viral.
  • No compartas aguja o ni tengas relaciones sexuales sin la debida protección.
  • Evita el consumo de alimentos que no estén cocinados adecuadamente ni manipulados bajo criterios de salubridad.

Daniela Malavé Montilla, redacción
Licenciada en Comunicación Social

Eugenia Jiménez Alvarez, revisión
Academic, Fundraising and Grant Developer Fundahigado America
Licenciada en Ciencias Biomédicas

Fuentes:

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