Sí hay posibilidad de quedar embarazada luego del trasplante de hígado
Parte del objetivo de la cirugía de trasplante de hígado, además de curar las enfermedades hepáticas terminales, es la inserción del paciente trasplantado a la sociedad. Convirtiéndolo en un individuo útil, con una vida plena y de calidad.
Es por eso que uno de los aspectos para el desarrollo de la vida más importante de las mujeres trasplantadas es la fertilidad y el deseo de tener un embarazo para lograr tener hijos.
En 1963 se informó por primera vez, que una mujer consiguió una gestación tras un trasplante. Desde entonces han sido numerosos los embarazos a término en mujeres receptoras de diferentes tipos de trasplantes.
Sin embargo, la seguridad de la madre, del feto y del órgano trasplantado en este proceso, requiere de vigilancia estricta por parte del equipo médico encargado, obstetras y otros especialistas que sean pertinentes.
Para programar el embarazo es recomendable que por lo menos pase un año después de la cirugía, ya que si bien es cierto que el proceso de fertilidad y regularidad de los ciclos menstruales puede recuperarse de 2-3 meses después del trasplante, la inmunosupresión durante el primer año es más agresiva para evitar rechazo del injerto, lo que puede poner en riesgo el buen desarrollo del feto.
Además es fundamental descartar la presencia de infecciones crónicas o hipertensión no controlada, antes de planificar la concepción.
Hay que considerar que el embarazo por sí solo no representa un riesgo para la implantación, la complicación más temida frente a un trasplante es el rechazo, no existiendo diferencia significativa en las mujeres embarazadas respecto a las que no lo están.
Aunque hay excepciones si la concepción ocurre en menos de 6 meses de la intervención. Pues existe un 7% de rechazo agudo durante el embarazo y 8% de pérdida del injerto a los 2 años posparto.
Es importante saber que durante el período de gestación, pueden aparecer patologías médicas asociadas al embarazo (aun en mujeres sanas), que afectan el hígado, tales como: preeclampsia, eclampsia y Síndrome de Hellp.
Todas estas condiciones pueden poner en riesgo tanto la vida de la madre, del bebé y el funcionamiento del injerto. De ahí la importancia del control estricto y permanente del equipo médico.
Vale destacar, que las mujeres trasplantadas de hígado tienen más riesgo de padecer de hipertensión asociada al embarazo, puesto que la presión arterial se ve afectada con el trasplante, registrándose un 34% de hipertensas en mujeres embarazadas trasplantadas, versus un 10% en las que no lo están. Asimismo, la incidencia de preeclampsia llega a un 22% en mujeres con esta condición.
Se ha relacionado a los inmunosupresores con el desarrollo de la hipertensión arterial, siendo en orden decreciente la Ciclosporina, inhibidores de la calcineurina y los esteroides (4). No se ha reportado incremento en la incidencia de diabetes gestacional.
Es común ver el aumento de las enzimas hepáticas sin ictericia, usualmente tratada con incremento en las dosis de inmunosupresores y/o bolos de esteroide.
En este tipo de pacientes es más frecuente la aparición de infecciones del tracto urinario, que puede predisponer un parto pretérmino, por lo que es indispensable el diagnóstico precoz y su tratamiento para evitar complicaciones.
Durante el embarazo, no está establecido retirar la terapia inmunosupresora, pero es importante saber que los bebés que nacen de madres trasplantadas y que reciben este tipo de medicamentos, tienen mayor riesgo de tener retardo del crecimiento fetal y riesgo de parto pretérmino.
Por lo tanto, cabe la posibilidad de ajustar las dosis inmunosupresoras o incluso cambio de la misma. Las complicaciones fetales más comunes, al igual que en otro tipo de trasplantes son: pérdida fetal, prematurez y bajo peso al nacer.
Se sabe que las causas más comunes de prematuridad son la preeclampsia y la rotura prematura de membranas. No se ha reportado un aumento de las malformaciones fetales, siendo comparables con la población general, alcanzando un 2-3%.
Si bien es cierto que la elección entre el parto y la cesárea se realiza de acuerdo a la salud de la madre y del niño, en mujeres trasplantadas se recomienda el parto natural, debido a mayor riesgo de infecciones asociadas al acto quirúrgico.
Sin embargo, la escogencia del procedimiento se establece bajo parámetros obstétricos estándares.
Con respecto a la lactancia, no está recomendada en paciente que reciben drogas inmunosupresoras, por desconocimiento de consecuencias negativas y efectos de exposición de las mismas sobre el niño. Sin embargo, no es obligatorio suprimir el proceso de amamantamiento.
En EEUU existe desde 1991, un Registro Nacional de Embarazos Post-trasplante (NTPR), cuyo objetivo es estudiar el pronóstico de los embarazos en los receptores de trasplante en este país. En el registro se ha incluido a las mujeres receptoras de trasplante que han tenido uno o varios embarazos, así como los hombres receptores de trasplante, que han procreado hijos tras la intervención quirúrgica.
Los análisis continuados están dirigidos a los potenciales efectos de los nuevos regímenes inmunosupresores, no solo para identificar cualquier riesgo sobre el embarazo a causa de la exposición inmediata, sino también la posible exposición postparto y durante la lactancia materna.