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Salvando vidas para un mundo mejor

Salvando vidas para un mundo mejor
Te preguntas, ¿cómo es la vida después de un trasplante de hígado? Conoce la respuesta con Auralys, una paciente de la Fundación:

Después de un trasplante hepático o trasplante de hígado, los sacrificios hechos en pro de la recuperación de la salud, hacen que los pacientes que veían su calidad de vida menoscabada por la enfermedad, recuperen el gusto por la misma; el caso de Auralys es un ejemplo maravilloso de esto.

Ella fue diagnosticada con atresia de vías biliares cuando tenía apenas 2 meses de nacida, hasta que en el año 2007 ingresó a la Fundación teniendo ya 16 años de edad. Su salud estaba muy deteriorada, tenía los riñones oprimidos, le costaba respirar, le dolía al caminar; sus ojos y su piel estaban muy amarillos. Pasó muchas veces por quirófano debido a las várices esofágicas originadas por su condición, porque se inflamaban al punto de reventar ocasionándole graves sangrados. Cada recaída era peor, hasta que en 2008 recibió la indicación de trasplante de hígado, como único camino para su salvación.

La indicación de trasplante y el apoyo familiar

Auralys, cuenta que desde muy pequeña escuchó la palabra “trasplante” en boca de sus familiares y siempre venía acompañada de miedo, angustia, preocupación y dolor; así que cuando finalmente supo que debía ser trasplantada del hígado, pensó que iba a morir.

A pesar de esto, comenta que el apoyo de sus padres y familiares cercanos, muchos de los cuales se ofrecieron como donantes, la ayudó a enfrentar el reto que tenía ante sí con valentía, resaltando que este amor incondicional fue esencial para no perder las fuerzas y dejarse vencer por el miedo. Adicional a esto, el hecho de que los doctores le explicaran paso a paso el procedimiento al que iba a ser sometida la calmó, pues aclararon sus dudas y aunque siguió sin comprender muchas cosas, entendió que estaba en las manos de personas altamente calificadas para llevar a cabo la tarea.

La joven explicó, que a partir de entonces su participación en el proceso vía a su cirugía de trasplante, consistió en llenarse de paciencia y seguir al pie de la letra las indicaciones médicas, resaltando nuevamente que sus padres fueron los pilares que la animaron a no darse por vencida, ni dejarse llevar por la ansiedad y el miedo.

A medida que se acercaba la fecha del trasplante el miedo crecía, hasta que finalmente llegó el día de la cirugía y todo ese temor dio paso a la valentía que nació en ella al verse rodeada del cariño de sus familiares y del equipo médico de la Fundación, a quienes describe como excelentes profesionales con muchísima calidad humana, así que cuando llegó la hora, sintió alivio. En este punto, Auralys enfatizó que haberse encontrado con personas así en su camino, es para ella un milagro que le salvó la vida.

El regreso a casa

Auralys, cuenta que cuando volvió a su hogar se sintió muy feliz porque se reencontró con sus amigos del colegio y de su casa; también con sus profesores y sus familiares, quienes la esperaban con los brazos abiertos.

Dice que lo que más le costó de adaptarse a la rutina de la vida diaria, fue la escrupulosidad que debía tener con los alimentos que consumía, los sitios que visitaba y el hecho de que tenía que usar un tapaboca, lo cual le resultaba bastante incómodo, pero logró sobreponerse a estas molestias y a su debido momento se reincorporó al colegio, donde se graduó de bachiller, para luego licenciarse en la universidad y seguidamente comenzar a ejercer su carrera, es decir, según sus propias palabras cumplió todas las metas que cualquier persona se propone en la vida, con la única diferencia de que ella debe tomar sus medicamentos postrasplante concienzudamente.

Ser madre, luego del trasplante

Cuando supo que estaba embarazada, Auralys se sintió muy emocionada y también un poco nerviosa, pero sus controles siempre fueron normales y no hubo señales de alarma, aunque por su historial médico, tuvo que tener algo más de cuidado con su alimentación y con la toma de sus vitaminas.

Una vez transcurrido el tiempo de gestación, la niña nació completamente sana por cesárea y esta nueva experiencia como madre, le mostró el amor indescriptible que se puede sentir por otro ser vivo. Aunque no deja de lado la gran responsabilidad que conlleva, esto es para ella el mayor premio que le dio la vida por haber enfrentado su enfermedad con valentía, a pesar de los miedos que tenía al recorrer su camino hacia el trasplante de hígado.

El camino hacia el trasplante suele ser largo y doloroso de recorrer, pero al final del mismo el premio al valor y a la esperanza suele ser la vida. Gracias a su padre, que le donó parte de su hígado (trasplante de vivo a vivo), Auralys es hoy un perfecto ejemplo de lo que significa la vida, después de un trasplante. Conoce más sobre la vida de Auralys y otros pacientes de la Fundación, leyendo nuestras Historias de Pacientes.

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